martes, 25 de septiembre de 2007

Triste, otra vez

La verdad, no sé como empezó todo esto. De un momento a otro te transformaste en indispensable, en él, en ese, en sólo tú. Me carga todo esto, me carga no sentir la confianza como para mirarte a los ojos y decir lo que siento. Me carga sentir tanto, preferiría que simplemente me atrajeras como un buen imán y no quererte tanto como te quiero. Pero no puedo, he intentado de todas las formas alejarme, dejar de sentir, de palpar este calor a flor de piel cada vez que te veo, que te hablo, que te siento, que te escucho decir algo. Pero no lo logro, de verdad ya no puedo más con todo esto. Y estoy cansada de sentir y sentir y que tú ni te enteres y de ser tan cobarde y no atreverme a decir toda esto: soy una maldita bomba de tiempo que en cualquier momento estalla, ahora me estoy drenando un poco, espero poder limpiarme del daño radioactivo que puedo llegar a provocar. Eres un cerdo, un maldito cerdo asqueroso, no, mentira, no eres eso, te odio, pero te odio porque no eres capaz de quererme como te quiero a ti y porque no eres un médium moderno capaz de adivinar lo que siento, lo que creo, lo que veo cuando te miro. Y el mundo se proyecta, todo el puto mundo se proyecta, pero yo no, yo me quedo aquí, estancada, esperando que algo pase, que alguien muera, que tu ya no me mires como me miras, y que por fin me mires como yo te miro.

jueves, 20 de septiembre de 2007

caleidoscopio

¿Sabes?
yo también me pongo triste cuando veo que el mundo es una mierda

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Tristeza

Encontrarse por error era su juego favorito. Mirar sin mirar su mejor pasatiempo. Ahora él no está y nada tiene sentido. La vida está llena de señales, esa era su filosofía, esta era pues una clara señal de que la vida no la quería más viva.
Se sentía tan sola. Respirar era un tormento. Recordaba cada día, cada noche, cada suspiro compartido. Habría deseado no recordar más. Pero no podía.
Miraba como la vida se le escurría entre las manos, cual agua salada. No entendía nada, hace rato ya que no entendía nada. Y el miedo la atacaba. De noche, en la oscuridad se le aparecía el miedo, como los fantasmas de la infancia, como las arañas de la adolescencia.
Cuanta tristeza podían contener esos ojos cansados. Él se fue y seguramente no volverá, no se fue con otra ni con otro, no se fue persiguiendo un futuro lejano. Simplemente se fue y la vida ahora para ella se llamaba tristeza.

lunes, 10 de septiembre de 2007

ya llega el 11

El 11 siempre ha sido más bien triste, me da un bajón raro, me pongo a leer más de lo común (obviamente cosas que nunca me servirán para la u, probablemente, pero que sirven para la vida o algo así)
cuando llega el 11 me dan pena varias cosas, sobre todo me da pena pensar en toda esa gente que dio a vida en su afán de construir algo mejor, de conseguir un poco más para todos, y me da rabia, angustia ver que hay tanta gente viva, con sus sentidos más o menos activos, pero con su conciencia de mierda dormida, que ve pasar la vida y no hace nada, no logra nada.
En fin, me dan pena los 11, siempre ha sido así. Sobre todo me dan pena porque no hago mucho yo tampoco, porque mi conciencia también vale un poco callampa, porque no he hecho nada por nadie, ni siquiera por mí.
Pero bueno, llega el 11 y es una forma de renovar en cierto sentido mis votos por algo mejor, por un mundo más libre, menos triste. Y así, tengo más cosas que decir, pero me da lata.
La cosa es que hoy ando más violenta que antes, en la marcha del 9 incluso tiré algunas piedras, porque la rabia me sale por los poros, y encuentro, como siempre, que se justifica la violencia, se valida, hoy más que nunca, tanta ira acumulada. Así que les dejo el manso tema de los Miserables, uno de mis favorito, sobre todo porque así me siento ahora, así es que me hace demasiado sentido: El Origen de la violencia

No sé si llegué del cielo o de debajo de la tierra, tampoco supe como me metieron en su guerra, pueden darme lo que quieran a cambio de mi verdad, violenta es la mentira y que roben mi identidad. Su violencia pone mascaras incluso en tu corazón todo lo que te acaricia se transforma luego en tu patrón, si niegas la libertad a nuestra sublime conciencia, lo quieras o no lo quieras se origina la violencia.

Me enseñaron dando golpes sin explicación, pero nunca me enseñaron, aprendí lo que es perdón, ahora estás al frente y aunque nunca lo esperaste, te sacaremos los ojos, somos cuervos que tu criaste.

La lluvia nuclear no es peor, esta infernal brisa mental, sepan bien que existen bruscas y muy suaves formas de matar, pero aunque el mundo sea tuyo, yo por siempre seré mío, si tu educación forma a los niños, yo orgulloso los mal crío. Si soy pobre y marginan, ¿quién es el violento?, si soy indio y me persiguen acaso ¿qué crees que siento? , yo soy un hombre distinto y no busco que tu me formes, yo soy amigo del caos, porque es violento tu orden.

Si tu estado es orden, un caos quiero que venga y no quiero poder, pero tampoco quiero que lo tengas, yo pongo igualdad, donde tú pones ambición, y si tú pones más miseria yo más pongo subversión.

sábado, 8 de septiembre de 2007

La vida es dolor

jueves, 6 de septiembre de 2007

Esperanzas

Esperanzas

A muchos.

Esta es una de esas noches en que se pierden las esperanzas, en las que todo eso en lo que creías se te va a la mierda.
Siento deseos de llorar, de no parar de llorar, de apretar mis manos contra la cara y quedarme así para siempre, tengo ganas de dormir mucho, talvez demasiado, y despertar en otro lado, con otra vida, mejor.
Acabo de leer por segunda vez La Resistencia, de Ernesto Sabato: es un libro maravilloso, revelador, inspirador. Ese libro comienza con las siguientes palabras: “Hay días en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Éste es uno de esos días...” hoy mi día comenzó así, más o menos así, y terminó de esta forma tan triste, de esta forma que es peor que todos los días que precedieron a esta noche solitaria.
Hoy, cuando me levanté, mientras me vestía pensaba que talvez no hay razones suficientemente fuertes como para estar triste, como para sentir esta decepción y este sabor amargo en los labios. Pensaba que en algún momento, antes, hubo razones reales para sufrir, llorar, gritar. Y lo hice, vaya que lo hice. Pero, ahora, en mi mañana esperanzada, no estaban esas razones. Después de todo, soy una persona normal, soltera sin compromiso (vale decir), un poco excéntrica (es cierto), un poco enojona, un poco rebelde, un poco conformista: nada especial.
Y entonces decidí que hoy sería el día de la reinvención, el día en que comenzaría a vivir de acuerdo a mi nueva filosofía de vida: tranquilidad ante todo. Y me resultó, por un rato es cierto, pero me resultó. Hasta mis amigos notaron que estaba mejor, más tranquila que en los últimos días.
Y anduve bien, muy bien, o sea está claro que no todo lo que quise me resultó, pero no creo que la vida tenga que ser perfecta. Además, estoy entera, tengo mi mente más o menos activa y puedo leer, escribir y hablar, que es lo que importa.
Entonces, no sé muy bien cómo llegué a esta noche tan triste. La vida es una mierda realmente, ¿Para qué sirve?, ¿Qué hacemos con ella?
De repente notas que lo único valioso de la vida es la familia y los amigos. Pero, cuando vez que tu hermano, ese ser hermoso y risueño que haz visto crecer (¡y como crece!), está realmente triste, con un nudo apretando su garganta, con las lágrimas a flor de ojos (que raro suena eso), entonces, ¿cómo puede la vida ser vivible?, (Ese es un verbo de mi autoría, creo), ¿Qué ganas quedan para luchar y/o simplemente, para vivir cuando vez a tu hermano pasándolo pésimo porque este mundo gris lo trae abatido y solo, en su adolescencia? No, no quedan ganas, no después de ver a una amiga del alma, del corazón, de la vida, sufriendo porque en el fondo, con el amor se le va al basurero toda la construcción que ha hecho de su vida, porque no sólo se trata de un hombre y del amor a él, también es sobre el amor propio, de su alegría, de su sustento. Y que mal, y que pena.
La vida, finalmente, se vuelve una ranchera cebolla, un bolero repetido, o mi tango más preferido, Cambalache: “Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé”.
Y entonces sólo queda deducir lo obvio, el progresismo sólo se quedó en la palabra, en el discurso airado y condescendiente con la conciencia intranquila de nosotros los humanos; sólo se quedó en la teoría y se perdió en medio de tanta acción heroicamente populista: antes no creía en dios, y realmente no importaba, creía en la gente y con eso estaba bien, incluso creía un poco en mí; hoy me doy cuenta de que el pueblo es mediocre, la gente se conforma con tan poco. No se dan cuenta, no quieren abrir los ojos a la realidad: son 50 familias las que se reparten el 80% de las riquezas de nuestra patria arribista, chovinista y estúpido, mientras nosotros, los otros, el resto, nos repartimos el 20% con cara de satisfacción y de weones. Y esas mismas 50 familias nos miran con cara de raja, sin ni una pizca de vergüenza, todos los precios suben y se espantan, se cagan enteros cuando les hablan de un “sueldo ético”. Gente de mierda ignorante, no se educan ni se dejan educar, no toman un libro ni por curiosidad, no ven las noticias, y si las ven no leen entre líneas, no analizan, no piensan, se quedan en vivir y eso sería todo. ¿Cómo pensar que en la vida es casualidad o mero destino que haya tanta inequidad? No puede ser casual, nos quedamos sentados viendo como la vida pasa frente a nosotros y no somos capaces de hacer nada; y aún esos que se dicen del pueblo, proletarios, anti burgueses, anti capitalistas, anti neoliberales, anti todos, antídotos, etcétera, se pegan igual a los estereotipos del mercado: ¡Nos están destruyendo el mundo y nos quedamos de brazos cruzados, viendo como el planeta se cae a pedazos!
Perdí mi fe en la gente, aún cuando de vez en cuando aparecen esas personas únicas que te cambian el enfoque, la perspectiva, que te hacen volver a creer. Pero, son tan pocos y es tanta la marginación, que es como si no existieran. El resto del mundo ni se entera de su accionar. Y no podría incluirme en ese grupo hermoso de gente consciente, porque hace rato que ya no creo en mí.
Y entonces, ¿en qué creo?, En dios ya no, pasó la vieja, era. ¿En buda, alá, jehová, mahoma, la secta de pirque, el ku klux klan, el opus, la jota, la udi, el gobierno, bush? ¿En qué me baso para seguir adelante? Creo que no puedo andar por la vida sin creer en nada.
Desde siempre (o bueno, desde hace harto tiempo) el hombre tiende a creer en algo superior a sí mismo, yo entro dentro del grupo del “hombre” (persona humana como dice un profesor) y necesito creer en algo, no soporto la incertidumbre, cifrar mis esperanzas en algo, para así ver si vale la pena seguir adelante. Me siento un poco huacha, no huérfana sino que más desolada aún, huacha me suena a mas pobreza, a más falta de cariño.
“¿Podremos vivir sin que la vida tenga un sentido perdurable? Camus, comprendiendo la magnitud de lo perdido, pide que el hombre sea santo sin Dios. Sin embargo, como ya antes lo había proclamado genialmente Kirilov, ‘si Dios no existe, todo está permitido’. Sartre deduce de la célebre frase que entonces el ser humano es enteramente responsable de sus acciones, aunque como dijo, la vida sea un absurdo. Esta cumbre del comportamiento humano se manifiesta en la solidaridad, pero cuando la vida se siente como un caos, cuando ya no hay Padre a través del cual sentirnos hermanos, el sacrificio pierde el fuego del que se nutre”, nuevamente cito a Sábato y su maravilloso ensayo.
Y ahora que me quedé sin Padre, en este caos, ¿Qué hago? Debiera existir un libro menos sagrado y menos alegórico que la biblia y que entregara respuestas concretas o algo. Estoy muerta de miedo, esa es la verdad, y el miedo me paraliza, me vuelve autómata, me desmotiva, me hace reptar. Este miedo que siento no se puede describir, es como temor a todo lo que conozco y desconozco, miedo a la que soy, a lo que fui, a lo que seré, a lo que seremos.
No quiero más de esto, quiero tener esperanzas, quiero luchar y estar en contra de la corriente si es necesario, quiero volver a sentir que muero en un abrazo, que resucito en un beso, que me alegro de verdad.
Quiero volver a reír con todos mis fantasmas y no sentir más culpa por hacerlo. Quiero decir: está bien, yo soy esta, está bien así, voy a luchar como sea para cambiar todo esto. Y sería tanto más fácil si tuviese mis metas claras, mis objetivos dilucidados. Al fin y al cabo, es sólo cuestión de fe, si recupero mis ideales, mis utopías, mis sueños más tiernos, mi fe y mi claridad mental, talvez me queden posibilidades aún de estar tranquila y ser feliz (bueno, no tanto, pero volver a vivir esos nano segundos de felicidad completa que te dejan felices recuerdos por algún tiempo).
Necesito creer que aún se pueden hacer cosas, que este mundo todavía vale un poco, volver a sentir la certeza de que es posible algo mejor, que no estoy sola, que somos bastantes los que aun no renunciamos totalmente a nuestro derecho a soñar, que puedo mejorar y que no voy directo al vacío. Aunque, al final se trata, como dice Fra, por un lado, de reinventarse, de rediseñar tu alameda y pasar libremente por ella como soñó Allende, rehacer tu “columna vertebral” y generar un cuerpo firme y fuerte en torno a ella, para seguir adelante; y, por otro lado, de lanzarse a la piscina y esperar caer bien y salir a flote sin fracturas, ni mayores complicaciones. Lanzarse al vacío y esperar que abajo haya un colchón o una cama elástica que haga la caída más tolerable y menos dolorosa y te permita seguir con fuerzas como para volver a ponerte en pie.
Y aunque el miedo vuelva noche tras noche, como esta noche de mierda, filo, yo puedo (creo) salir a flote y reinventarme una y otra vez, ya lo he hecho antes, llevo 20 años viviendo, puedo aguantar, qué sé yo, 20 o 30 años más, al final, en mi memoria sólo quedan los buenos recuerdos.

martes, 4 de septiembre de 2007

perder el tiempo

Volver a sentir que es mejor esconderse, que es mejor salir corriendo, arrancar, de nada y de todo, arrancar de tu mirada gris que me nubla y de las miradas inquisidoras de mis padres, que me juzgan, que me velan, que me confunden. Volver a sentir que no merece tanto esfuerzo, que la vida realmente es una mierda, que eso no es tan sólo un cliché, y quedarte en casa, no ir a clases, porque no quieres que te pregunten qué pasa, porque ni tú lo sabes, porque nadie lo sabe.
Uno contra todos y todos contra uno y me tocó ser uno, maldita mi suerte; y mirar el techo de esta casa alta, alta, alta que me deja a la intemperie sin proponérselo y sentir este nudo maricón en la garganta y en el pecho y estas ganas de no volver más.
No debiera ser tan difícil, no debiera costar tanto entender la vida y su finalidad, entender que mierda vine a hacer a este mundo, comprender quién soy y qué hago. Y, después de todo, quedar en nada, quedar sólo en divagaciones, en pensamientos estúpidos, en ideas suicidas, en maravillosas fuentes de inspiración que no me inspiran en lo más mínimo.
Pensar que si aún fuese como fui de niña, sería alguien a quien hasta yo admiraría. pero no, me quedé solo en las expectativas baratas, no llegué a ser nada ni nadie. Ocupo oxigeno y reclamo, es lo único que hacer medianamente bien.

sábado, 1 de septiembre de 2007

el mito de las almas

Ambos yacían muertos al costado del camino; sus cuerpos, bajo el sol, ya expelían un olor nauseabundo, mientras sus ojos observaban impávidamente el cielo plagado de nubes. La cosa había empezado así: se encontraron casualmente caminando bajo el sol, no necesitaron mirarse para reconocerse, tampoco necesitaron hablar para saberse correspondidos. Supieron, adivinaron que las casualidades jamás existieron. Intuyeron el murmullo de sus almas que se anhelaban desde siempre. Él lo miró , con muda impaciencia, luego de haber caminado juntos un par de kilómetros; lo miró y se hizo el silencio más grande de la historia, un silencio abismal, cargado de sonidos sordos. Un silencio tan impresionante que no fue capaz de separarlos, sino que generó una atmósfera única capaz de contener a ambos seres en su interior. Ninguno se atrevió a terminar con eso que habían creado sin saber cómo. Cuando un haz de luz surgió, como espiando, desde la boca de uno de los hombres, no se sorprendieron demasiado: este era el momento de dejarse llevar, y así lo hicieron. Sus almas, poco a poco, se fueron desprendiendo de las celdas corporales que las mantenían enclaustradas, ciegas, sordas y mudas, el paisaje se tornó pura luz maravillosa y gravitante. Los cuerpos cayeron sin vida, sin alma, anonadados por el espectáculo hermoso del amor.